Rosas de invierno y rama de limón
A los blogs hay que alimentarlos. Como a las huertas. Palabras y tierra a las que hay que dar su ración de lluvia, de letras, de abono y de ideas.
Así avanzan mis días, entre palabras y tierra… Escritura y plantas.
El otro día coloqué unas flores en un jarrón: rosas de invierno y una rama de limón. Las primeras son raras y delicadas, brotan cuando menos se las espera y contra la adversidad, incluso cuando nieva; la rama de limón es, en cambio, rotunda y fuerte (o eso me parece), da fruto una sola vez, con puntualidad salvo que caiga la helada. Puse el jarrón sobre mi mesa de trabajo, le hice una foto, y así nació el título de este blog, o cuaderno de bitácora, o diario de quien ama las plantas y los libros.
Para estrenar el blog, y para ilustrar la delicadeza, aquí os dejo esta declaración de amor, la de Protesilao a Laodamía, que ha imaginado Graciela Rodríguez Alonso en sus Cartas de los hombres y que hace parte de nuestra cosecha de este mes:
«No te despierte, amor, no abras los ojos hasta que me haya ido, que no me roce tu mirada cargada de tristeza, que no escuche el llanto que acompaña el final de una vida, que tus palabras sean siempre las de la primera noche del mundo, el mundo que no existía y nació de nosotros».
Hasta la próxima cosecha, lectores hortelanos.