Primer trienio
Esta huerta cumple su primer trienio. Casi todas las simetrías son de tontos, se me decía de niña. Así que celebremos tres años, con lo que se ha hecho y lo que queda por hacer. La Huerta Verde, dijo el otro día un colega en tono jovial, con todo su buen hacer y maestría de años a cuestas. Y pensé, claro, verde, porque antes de que los frutos se pongan colorados tienen que estar verdes, y también un poco ácidos o amargos. Se llama ley natural y la naturaleza no suele saltarse pasos. O no conviene. Claro que con manzanas verdes la compota es mucho, muuucho mejor. Y si de compotas va la cosa hablemos de la cosecha otoñal que nos trae a autores que en tiempos de nacionalismos ombliguistas acogemos con los brazos abiertos. Son autores sin fronteras. Lucrecia Zappi que escribe en portugués pero se ha dejado kilómetros de vida en Brasil, Argentina, México, Holanda, Estados Unidos, y Patrick Rosas que es inglés y peruano, pero francés de adopción (benditas las naciones que adoptan) y alguien que coloca su patria en el español. Sus testimonios están coloreados o ensombrecidos por su ancha y vasta mirada. Con unas raíces tan universales pienso que sus ojos miran y ponen la luz y las sombras donde otros no llegamos a ver. Aunque eso sea lo que deben hacer los buenos libros.
Lucrecia Zappi y Patrick Rosas retratan con sus respectivas novelas: Acre y El año de los Saicos la mezquindad, la hipocresía y el racismo de las anodinas vidas de barrio, la primera lo hace paseándonos por los barrios marginales de Santos y de Sao Paolo, en la costa brasileña, el segundo retratando a la clase alta del Perú de los años 80. Y en ambos escenarios, la brutalidad y la decadencia, las vidas anodinas, la mezquindad que anida en los ambientes asfixiantes en donde «todo el mundo miente», según Patrick Rosas, transformando la mentira en una cuestionable estrategia de supervivencia.
Y pensamos al leerlos, que de uno u otro modo, mucho de que lo que nos cuentan nos suena. Lo de la mezquindad y la mentira, que se hace más evidente cuanto más chico es el mundo en donde arraigan y mayor el prisma con el que se observan.
Un otoño revuelto que trae historias crudas. Embotadas por esta huerta.