Directores de Orquesta
Mi padre es arquitecto, pero a sus hijos siempre nos ha dicho que en otra vida le hubiera gustado ser director de orquesta. No sé si ese deseo suyo se debe sólo a una cuestión musical, intuyo que tiene bastante que ver con un asunto de empaque, de estética, de batuta. Hay muchas profesiones que necesitan de la labor de un buen director de orquesta, la propia arquitectura, o la medicina (y a este respecto, recomiendo la lectura de Un hombre afortunado de John Berger, Alfaguara), pero rara vez se ve a un arquitecto o a un médico ejecutarlas con ese impulso artístico, con el carácter sublime y la pasión tan visibles con que acomete su tarea un director de orquesta. Viene esto al caso porque, clausurada la Feria del Libro de Madrid, una amiga librera, todavía a rebufo del cansancio y con los nervios aún palpitantes me decía que ser librero es una profesión humilde. Sí, si consideramos que es alguien que vive entre baldas, en la retaguardia tras los autores y los editores. Pero un buen librero es también quien coloca los libros con pericia, lleva la batuta con los comerciales, con los autores, con los clientes, quien organiza cajas y más cajas, selecciona títulos, colocando estos por aquí, estos por allá, haciendo que las estanterías estén ordenadas o cuidadosamente desordenadas, a su gusto o al de las exigencias de la dichosa cuenta de resultados. Y sobre todo, sobre todo, un buen librero ha leído muchas partituras que son los textos que atesoran todas esas cubiertas que pueblan sus estanterías, un buen librero sabe el valor de una buena obertura para un lector perezoso, o si un impromtu es lo que necesita esa otra lectora tocada peligrosamente por la rutina.
Así que le diré a mi amiga que todos los libreros tienen que levantar la cabeza tan alta como la levanta un buen director de orquesta. Lástima, eso sí, que no cobren lo mismo.
Este mes vamos a dar trabajo a nuestros amigos libreros, como debe ser, con buenos instrumentos (buena cosecha hortelana) para que agranden la orquesta, para que compongan su particular música en sus librerías. El dios detrás de la ventana, prosa profunda y concienciada del gran editor y escritor alemán Michael Krüger y Releyendo la Prehistoria un breve ensayo del catedrático de Prehistoria Manuel González Morales que entretiene tanto como enseña.