Para muchos, comenzar un año es inaugurar una lista de buenas resoluciones. Yo eso de las resoluciones con fecha uno de enero nunca lo he comprendido. Las resoluciones se tienen independientemente de la fecha, del lugar o de las témporas que es como en mi pueblo se predice el tiempo. Las buenas resoluciones se tienen cuando el momento las exige. Claro que supongo que todos necesitamos una brújula apuntando a alguna parte.

En una editorial el año comienza con la programación, por el calendario editorial. Se cierra un año, se hace balance. Hay que reflexionar, aunque como ocurre con las resoluciones, ante un nuevo curso editorial conviene venir reflexionado de casa. Pero en fin, nadie es perfecto, aceptemos que a año nuevo, nuevos enfoques.

Y entre ellos dar un giro a este blog. Hacerlo mejor. Ponerlo al servicio de los autores de esta casa. Será más fiel a nuestra filosofía de entender una editorial como un lugar en el que la complicidad y el trabajo puesto en común son la mejor manera de marinar los buenos libros. Y así, a partir del próximo mes, quienes entren a consultar este blog podrán saber más sobre los autores pues cada mes uno de ellos pondrá algo suyo en este espacio.

2019. Además de nuevos enfoques, comienza, como no podía ser de otro modo, con un buen libro. ¡Somos tierra Santa! La paz de Melville, de Francisco Javier Expósito Lorenzo, con el que conmemoramos el bicentenario del nacimiento de Herman Melville. Una narración muy singular, íntima, inspiradora de un viaje que hurga en las palabras paz, reconciliación, luz, camino y todo en la estela de los diarios del viaje que hiciera el gran Melville a esa tierra